lunes, 12 de diciembre de 2011

La nieve sucia.

No creo que exista nada tan sobrevalorado como la nieve.
A todo el mundo le encanta. A mi, en alguna epoca me ha gustado. Pero no hay mas que pensar un poco objetivamente para darse cuenta de que la valoramos por lo infrecuente que es su presencia. Si la vieramos mas a menudo, sus dudosisimos encantos se revelarian como lo que son realmente: Algo insulso, frío  y con una imagen de pureza que se desvanece antes de que nos provoque el primer resbalón.
Vemos nieve esporadicamente, a veces muy esporadicamente. Pero alguno anda como tonto esperando verla aparecer de nuevo como si fuera una gran cosa. ¿Por qué?.Por puro y simple marketing. Algo que se hace de rogar y se presenta como escaso , acaba por ser estimado, cuando en realidad no vale tanto, no tiene mas merito que el de dejarse caer donde parece que estan dispuestos a recibirla.
Caen los primeros copos,y todos mirando al cielo con cara de idiotas.Tras una hora de nevada, la ciudad colapsada, todos llegando tarde al trabajo. Y los resbalones, claro. A mas de uno de esos a los que les encanta la nieve les sorprendera despues un resbalon mas que previsible.
Y las consecuencias, después. Charcos grisaceos helados, de aspecto desagradable y potencial peligroso. Mas resbalones, ramas de arboles viejos y mal cuidados ( por aqui casi todo esta viejo y mal cuidado), que se tronchan y caen por el peso de la nieve, y alli van nuestros sufridos bomberos con las sierras, una imagen cada vez mas frecuente.
No es muy propia de este clima, y posiblemente, no estamos preparados.Nos ponemos tan contentos ante la posibilidad de disfrutar algo que no era para nosotros, que en el fondo no nos conviene, pero arrugamos la nariz al caer las primeras gotas de esa lluvia que necesitamos y desdeñamos. Porque es menos bonita, menos espectacular.
La nieve. Puero marketing del cielo para tontos de capirote.

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