domingo, 2 de junio de 2013

Normalidad

Llevo mucho tiempo sin escribir nada. Os podeis imaginar que ando bastante ocupada con la peque. Por suerte, pasados los primeros dias, no es tan petardilla ni exigente como nos pareció en un principio. La verdad, yo sabía que iba a tener ayuda con el bebé. No contaba con que casi tengo que pedir cita previa para acercarme a ella. Entre el papá y los hermanos, la verdad, hacen bastante. Sobre todo G. Parece mentira que sea su cuarta hija, se comporta como un primerizo.Va a ser la niña más mimada del mundo, si yo no logro evitarlo. Poco a poco, volvemos a la normalidad. Hay que plantearse volver al mundo y, en unos meses, no me va a quedar otra que escoger entre dejarsela a los abuelos o buscarle una guardería, porque la baja se me acabará. Pero, lo que los dos tenemos claro, es que tenemos que tener tiempo para el trabajo, para la familia, y para nosotros dos en exclusiva, por dificil que sea. Y en eso andamos. El embarazo terminó, ya estoy recuperada del todo, y hace una semana, G consideró que era el momento de mantener una conversación. Me aclaró que el tipo de relación que tenemos, el que ambos quisimos tener, sigue siendo el mismo. Sacó la famosa agenda que ha llevado durante estos meses, y me dijo que en primer lugar, no iba a tener en cuenta nada de lo que estaba apuntado allí, porque de hacerlo, tendría que castigarme a diario de aquí a final de año. Exagera, claro. ¡ni que yo me hubiese portado mal aprovechando el embarazo! Ja, ja.Para nada. El caso es que hacemos borrón y cuenta nueva, me dijo. Pero me aclaró que echaba de menos disciplinarme y que yo daba muestras continuas de irlo necesitando. Se lo negué, no sabía de que me hablaba, claro está. Lo cierto es que yo también lo echo de menos. El caso es que hay algo que, en este tiempo, se me ha descontrolado. La ironía. Antes, tenía bastante cuidado de no darle según que contestaciones. Pero a fuerza de llevar un tiempo sin reprimirme, ya no lo controlo.Además es algo que me sale solo, no lo puedo evitar. Y ayer él tuvo que ir al trabajo unas horas por la mañana y yo me quedé sola con la peque. El resto no estaba. Me preguntó si iba a salir y yo le dije que iba a llevr la niña a que la viese mi padre, que anda pachucho. Y cuando me preguntó a que hora ibamos a estar de vuelta, me molestó un poco ( siempre quiere saber por donde ando), y le dije: "mira, si vienes y no estamos, es que aún no hemos venido". En que hora. Me bastó con ver la cara que puso para saber que me había metido en un lío. La nena estaba tranquilita en el cochecito, y G me dijo que pasase al despacho, que me iba a explicar algo sobre lo que era una forma correcta de contestar y lo que no lo era. Se sentó en la butaca, y me dijo que me pusiese en sus rodillas sin rechistar. Al pronto, creí que había salido bien librada, porque solo me dió un par de docenas de azotes con la mano, sobre la ropa, y no muy fuertes. Pero me puso de pie de un tirón y se enfrentó conmigo. -Ahora, te vas a hacer esa visita y yo me voy a trabajar. Y luego seguimos hablando. -De eso nada- respondí- Ha sido una tontería, y ya te has pasado un montón -¿Me he pasado?. No, guapa. Le observé mientras cogia dos sillas y las juntaba por el respaldo. Fui a salir de la habitación, pero me dijo que me estuviese ahí quietecita, y salió. Le oí caminar, y hacerle un par de fiestas a la nena cuando pasó por su lado. Cuando volvió, traía un cinturón en la mano. -No, G... Por favor... -Ahora no. Tranquila Dejó el cinturón sobre la mesa -Ahora, nos vamos cada uno a lo nuestro. Y esta noche, cuando yo te lo diga, entramos aquí. Que creo que tenemos que repasar unas cuantas cosillas que has olvidado. Y las repasamos, claro. Estoy sentada escribiendo esto, pero no estoy nada cómoda. Al terminar, me dijo que habia sido muy suave, porque entiende que me tengo que volver a acostumbrar.Y me hizo poner un rato en el rincón antes de acostarme.

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