lunes, 4 de junio de 2012

Ella encontró lo que buscaba

En las ultimas semanas, casi habia pensado en pedir mi baja como spanker. Una serie de circunstancias me habian llevado a cierta inactividad en ese terreno. Por una parte, he tenido una larga temporada de exceso de trabajo,y esto hizo que mi mujer tuviese que ocuparse sola de la casa y los niños. Así que pensé que tampoco me pasaría nada por ser un poquito más paciente con ella. Por otro, ella misma ha estado bastante ocupada, y eso la tenía algo tensa.Empecé a disculparle alguna que otra salida de tono. Y además, estaba un poco triste. Todos lo estabamos, porque hace tres semanas, perdimos a uno de los miembros de la familia. El gato nos dejó tras una breve enfermedad de rápido desenlace.Esto tuvo efectos desvastadores especialmente en mi mujer y mi nuevo hijo, porque llevaban muchos años juntos. Resumiendo, el poco tiempo que podia pasar con ella lo necesitaba para apoyarla , y dejé para más adelante mis competencias educativas.
Pero la vida sigue. He conseguido un poco mas de tiempo para estar con ellos. Les he explicado hasta la saciedad a mis dos hijos pequeños que la solución no es comprar otro gato.Que esas cosas tienen su proceso, requieren su tiempo, y que es mejor dejar la idea para más adelante. Y finalmente, me puse un poco serio con mi esposa respecto a sus excesos en general. Exceso de actividad , exceso de genio, exceso con la bebida cuando sale despues del trabajo con sus compañeras, y defecto de descanso en general. Parecía que estaba todo claro y las aguas volvian a su cauce.
Hasta ayer, que estabamos libres de niños, y mis padres nos invitaron a comer a su casa.
Si hay algo que no le tolero es que me de malas contestaciones delante de mis padres. Y eso fue exactamente lo que hizo, casi cuando ya nos ibamos.Ignoré la mirada que me echó mi padre, casi pude oirle llamarme calzonazos mentalmente, y nos despedimos.
Habia dejado mi coche en el garaje de mis padres. Eran las cinco y media de la tarde, no habia nadie y estaba mas bien oscuro. En cuanto entramos en el coche, decidi ajustar cuentas.
-Ponte de rodillas sobre el asiento y levantate la falda.
Protestó. No podia zurrarla ahí, y ademas no habia sido para tanto. Repeti la orden y le dije que aqui solo iba a darle el principio, que ya iba a ver en casa, y que no empeorase las cosas. De rodillas sobre el asiento, con la falda levantada, y las bragas aun puestas, le di dos docenas de azotes tan fuertes, que luego me picaba la mano al manejar el volante. Me miraba, entre llorosa y enojada, mientras conducia.
-En cuanto lleguemos a casa, sacas el taburete, lo pones en el dormitorio, y preparate, porque te voy a dar hasta que se rompa el cinturón.
No le permití disculparse. Ese momento llegaría mas tarde, le dije.
Me gusta verla acostada sobre el taburete, esperando sus azotes. Esta vez le bajé las braguitas que llevaba. Hubiese dado igual, llevaba unas de esas tipo brasileño que dejan todo el culo al aire cuando se inclina hacia delante. Hacia mucho que no le daba correazos, asi que empecé despacito, y poco a poco fui aumentando la fuerza. Al cabo de tres docenas, noté dos cosas. Una, que tenia el culo lleno de franjas rojizas y otra, que se habia quejado relativamente poco. No aguanto los excesos de orgullo durante un castigo, y se lo he dicho mil veces. Llegados a ese punto el orgullo es algo que sobra. Secamente, la envié al rincón.
Se quedó alli, con el vestido alzado ( pobre de ella si se le cae, y lo sabe), y las bragas a la altura de las rodilas.
Cuando me vio acercarme llevando el taburete si se quejó.
-No, por favor... cariño, ya he aprendido, eso no es necesario.
-Sientate, y calla.
De cara a la pared, sentada en el taburete , empezó a lloriquear debilmente. Pero estaba haciendo trampas. Le dije que quitase los pies del travesaño, y que mas le valia no volver a ponerlos. El taburete es alto, los pies le cuelgan, y el asiento es duro. En alguna ocasion me ha dicho que sentarse ahí, y sentir la dureza del asiento en las nalgas recien azotadas es un suplicio. No será para tanto, supongo, a ella le encanta exagerar.
Y en cualquier caso, lo del taburete termina en cuanto ella lo disponga.
Es muy cabezona. Me pongo a leer un libro, y la observo por el rabillo del ojo. En un momento dado, veo que ha vuelto a poner los pies en el travesaño, y le digo que los quite, y que ese acto de desobediencia no quedará impune.
Debe pedir la oportunidad de disculparse si quiere salir del rincon y del taburete. Tarda casi media hora en hacerlo.
-Por favor, G... Ya basta.
-¿ que quieres decir con que ya basta?
-Quiero pedirte disculpas.
me siento en la cama, y le digo que de acuerdo. Se aparta del rincón, y me mira.
-¿ A qué esperas,Trasto?. ¿ No sabes lo que viene ahora?
-Si, mi amor
-Ven aqui inmediatamente.
Me doy un golpecito en la pierna mientras ella se acerca. No tarda en estar sobre mis rodillas.
Los azotes durante las disculpas no son fuertes.No es necesario. Su culo ya está dolorido, y con unas palmadas de mediana intensidad es suficiente. Lo verdaderamente importante son las disculpas.
Mientras la zurro durante un buen rato, ella llora, y me dice que lo siente mucho. Que no volverá a suceder. Que sabe que se lo merece. Entre frase y frase, le doy tandas de cinco o seis azotes. Si se queda callada le doy mas fuerte, hasta que empieza a disculparse de nuevo. Va a ser buena, en lo sucesivo. Está dispuesta a ser la spankee mas obediente del mundo, dice. Le digo que que opina acerca de recibir tres azotainas de recuerdo durante esta semana que empieza, y me dice que está de acuerdo, si yo lo creo necesario. Le sigo azotando, y me dice que sabe que lo hago por su bien, que ha sido una maleducada y que estoy en mi derecho a corregirla.
Y de pronto, llora, de seguido, con un llanto no escandaloso, pero bastante sentido.
Hago una pausa, y la levanto.
_¿Estás bien?
-Si...-sniff- es que yo no queria.. lo siento mucho...
-Se que lo sientes. Ya no hace falta que te disculpes más, te creo. Ahora te voy a dar unos cuantos azotes mas, por desobedecerme cuando estabas sentada en el taburete, y habremos terminado.
Pongo el pie sobre la cama ( luego me regañará por no quitarme primero el zapato y manchar la colcha), y la doblo sobre mi pierna. Pesa un poco, pero me encanta sentir ese peso. Le doy una serie de palmadas, algo mas energicas,mientras la regaño un poco.
-Si te digo que no pongas los pies en el taburete, no los pones y punto. ¿Entendido?
Me dice que si. Es suficiente.
Ahora es el momento de los abrazos y de los mimos. Se los merece,porque ha afrontado su castigo valientemente.

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